«El arte es siempre reflexivo» (Borgdorff, 2004).
La estética silencia. La Estética abre ese camino al silencio de la reflexión. De manera fantasmagórica la estética se presenta como poder que transforma una sociedad en cortos lapsos de tiempo. Así, la estética, sus estudios, análisis y reflexiones no deben estar circunscritos a las «bellas artes». De esta manera lo entienden y expresan autores contemporáneos como Rancière (2011), Debray (2001), o Derrida (1968) que plantean debates en torno a desarrollos relevantes en otros espacios diferentes e influyentes al tradicional. La estética está en todos los campos del hombre social, y presenta un rol preponderante de acción en desarrollo de “imaginarios, construcción de conocimiento, y legitimación de identidades” (Mandoki, 2006, p. 9). Siendo así, ignorar la pertinencia de estudios estéticos en relación con las interacciones sociales en el campo digital no tiene sentido, al ser una herramienta de su propia transformación, al desdoblarse en campos como la Política, el Estado, la guerra, o la Familia. Por esa razón, «explorar[1]» es encontrar, es trazar el camino a recorrer, es indagar para modelar, para esclarecer; es buscar los encuentros, los vínculos de esas identidades digitales de personas, que subsisten en cofradías, con formas, rituales, encantos que presentan en sus relaciones colaborativas.
En consecuencia, explorar la estética, su función, su uso es encontrar soluciones a los problemas de la humanidad, problemas que se han amplificado en su fase «moderna», donde el racismo, el alcoholismo, la violencia, la depresión, la anorexia y los desórdenes obsesivos son resultados de la puesta en sociedad de estándares impuestos por una retórica de siglos pasados que ha desdoblado cuestionamientos en la salud física y mental del ser homo/sapiens.
Por lo tanto, explorar esas conexiones, esos vínculos, esas experiencias, basadas en el intercambio social en la realidad y en lo virtual, en lo digital, desde la mirada poética y estética, debido que todos los seres humanos nos vinculamos los unos a los otros desde la condición sensible, nos permite encontrar nuevas maneras de entendernos y respetarnos. Ahora es claro, sin Estética no hay Diseño, el Diseño es Estética, y la Estética es Diseño.
“Investigar lo sensible arroja soluciones para el entendimiento propio y del otro” (@sacosta809, 2015)
[1] Explorar es término del objetivo de la investigación de la Estética de la Conectividad.